Lee los textos que aparecen abajo y, después, pincha en el enlace para responder a las preguntas acerca del sujeto. Atención : son autocorrectivas.
1 - A los ocho años supe que los Reyes Magos no existían. Me quedé un poco perplejo y desamparado. No fue agradable, porque entonces comprendí que el Árbol del Conocimiento es fuente de toda inquietud y pesadumbre.Con la ausencia de los Reyes Magos fueron desvaneciéndose otras cosas: por ejemplo, ciertos compases, suaves como una caricia, que alguna vez me arroparon en la cuna y que un día mi padre dejó definitivamente de silbar. Al tiempo, pareció aumentar el desconcierto de mi casa: mi madre gritaba cada vez más y a mi padre se le veía cada vez menos. Hacia los once años recibí la última bofetada de mi madre. Mi padre le dirigió un reproche que yo agradecí:
–¡Deja al chico, coño, que bastantes le dará la vida sin que tengas que echarle tú una mano!
Emilio Pascual, Días de Reyes Mago
2 - De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
–Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.
–No sé si sabes, querida –dijo el lobo–, que es peligroso para una niña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
–Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial, en tu caso propia y globalmente válida, que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana (...). A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
James Finn Garner, "Caperucita Roja", en Cuentos infantiles políticamente correctos
–Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.
–No sé si sabes, querida –dijo el lobo–, que es peligroso para una niña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
–Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial, en tu caso propia y globalmente válida, que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana (...). A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
James Finn Garner, "Caperucita Roja", en Cuentos infantiles políticamente correctos
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